ATIENZA Y SU
VIAJE A LAS INDIAS
Memoria de
los primeros hijos de Atienza que pisaron el Nuevo Continente
Se tiende a pensar que esta cosa de la
emigración, fenómeno que con la crisis parece ganar nuevos adeptos, viene de
tiempos recientes. Sin embargo, si nos adentramos en las páginas del libro de
nuestra propia historia podremos comprobar que no es así, que el fenómeno está
en el mundo desde que el mundo es mundo. Que el humano es animal que, como
todos las especies, busca vivir.
No nos remontaremos tan lejos, para
centrarnos en el fenómeno del descubrimiento de América, que llevó a aquel
Continente a un gran número de naturales de la provincia de Guadalajara. Hoy,
hablo de mi pueblo natal, de Atienza.
Fueron varias
decenas los naturales de la villa que hicieron el viaje. En la mayoría de los
casos para no regresar, formando en el Nuevo Continente una nueva familia.
Cierto es también que en aquellos tiempos, siglos XVI al XVIII, el Nuevo
Continente era la tierra de las oportunidades.
Numerosos hijos de Atienza, dejaron sus bienes, en el Nuevo Continente, al Cabildo de Clérigos |
Entre aquellos primeros
atencinos que emigraron a las Indias, encontramos a un tal Juan de Salazar,
quien solicitó hacer el viaje en compañía de su familia. Su nombre aparece en
uno de los catálogos de pasajeros fechado entre 1509 y 1534. El mal estado del
documento no permite averiguar nada más en torno a él, si bien figura como
natural y residente en Atienza en el momento del embarque y de la solicitud de
hacerlo, ya que como nos podemos imaginar, para llevarlo a cabo era necesario
reunir una serie de requisitos: ser mayor de edad, preferiblemente soltero, y
con medios suficientes para ganarse la vida, o con familia en el lugar de
destino, que los pudiese avalar.
Igualmente y entre
aquellos primeros emigrantes, nos encontramos a Antonio de la Riba, hijo de
Juan de la Riba y de María López, el cual solicitó la correspondiente
autorización de partida el 17 de marzo de 1513
Aquellos primeros
años del siglo XVI, apenas descubierto el Continente americano, debieron de ser
número elevado quienes se decidieron a emprender la nueva vida. Debió de ser
esta una época en la que el número de emigrantes a las Indias fue elevado,
tanto de Castilla como de la comarca de Atienza, ya que se conserva en el
Archivo General de Indias un curioso documento mediante el cual se comunica a
numerosos corregidores, entre ellos el de Atienza, que aquellas personas que
habían preparado el viaje, estando autorizados, no se moviesen de sus lugares
de origen hasta llegado el verano. La real cédula está emitida en Medina del
Campo el 4 de noviembre de 1531. El documento dice que se haga pregonar en los lugares públicos que los labradores que
iban a marchar a Indias aguarden. Puesto que desde los lugares de origen debían
de marchar hacía Sevilla o Cádiz, desde cuyos puertos salían las embarcaciones
con rumbo a lo desconocido, y en donde en ocasiones debían de esperarar dos,
tres o cuatro meses, sin medios de vida y malviviendo por sus calles hasta que
se les asignaba embarcación.
La iglesia de la Trinidad, en Atienza, conserva memorias de la Nueva España |
No todos lograron
el éxito, desde luego, aunque conocemos algunos casos en los que este, si no se
cumplió totalmente, llegó a hacerles entrar, por medio de terceras personas, en
el libro de la historia. Tal es el caso Luis de la Cerda, hijo de Jofre de la
Cerda y Juana López de Heredia, a la sazón vecinos todos ellos de Atienza,
quien partió con la armada de Juan del Junco el 9 de abril de 1535 rumbo a Cartagena de Indias. Juan del Junco
posteriormente sería regidor y corregidor de varias localidades y provincias
del Paraguay. Luis de la Cerda, atencino natal o residente, participó junto a
Juan del Junco en la conquista del Paraguay.
En la conquista y
descubrimiento de La Florida encontramos a otro atencino, Andrés Ramírez, hijo
de Alonso Ramírez y María Gutiérrez, partió para La Florida cuando estaba
siendo todavía explorada por los españoles, figurando su solicitud de partida
el 26 de enero de 1538. En La Florida se perdió su rastro.
Algunos de aquellos
lo hacían como criados ,marchando con las personas a las que servían. Tal es el
caso de Antonio Luzón, que fue uno de los muchos criados que hicieron el viaje
a las Indias en 1594 junto a Francisco de Sande, su mujer y sus hijos.
Francisco de Sande era Presidente de la Real Audiencia de Guatemala. De nuestro
paisano no tenemos más noticias.
Por medio de los escribanos se conocían en
nuestra tierra algunas de las venturas y desventuras de nuestros emigrantes,
pues a ellos confiaban la misión de dar las buenas o malas noticias. Puesto que
la inmensa mayoría de aquellos que partían desconocían estas artes, la de la
lectura y escritura.
Se conserva, citada
por distintos autores, una de aquellas cartas dirigida a otro de nuestros
paisanos, quien se había puesto en contacto con parientes del otro lado del
mar, para que le buscasen empleo. La carta está llena de sentimiento y se la
dirige doña Leonor de Aguilera a su sobrino, Francisco del Castillo, en el mes
de junio de 1591. El expediente del viaje de Francisco del Castillo se
formalizó, tras no pocos avatares el 20 de febrero de 1594, marchando junto a
su mujer María de Vera, y el mayor de sus hijos, Juan del Castillo. Todos
naturales y vecinos de Atienza.
El siglo XVII fue
uno de los que más castellanos llevó a las Indias. También la provincia de
Guadalajara aportó a aquellas tierras un buen puñado de hombres que
engrandecerían el territorio al tiempo que probablemente ellos adquirieron
algún que otro capital, o se perdieron en la lista anónima de tantos como
quedaron en el olvido.
Abrió la nómina de
los atencinos emigrados, con rumbo al Perú, Francisco Maldonado, de los
Maldonado de toda la vida, originario y natural de Salamanca, aunque vecino a
la sazón de Atienza, donde se encontraba casado con María de Ocaña. En Atienza
les habían nacido sus tres hijos, Alonso, María e Isabel, y para todos ellos
solicitó don Francisco licencia de partida el 1 de abril de 1604. Pedro de Soto
se fue a las Indias sin que sepamos cuando. Si bien tenemos conocimiento de que
en las Indias murió, en la población de Santo Domingo de Guare, provincia de
los Conchucos del Perú, donde otorgó poder a determinados parientes
atencinos el 18 de junio de 1625, para
que a su muerte, acaecida el 22 de abril de 1626, distribuyesen sus bienes. Sus
herederos eran Juan de Soto, beneficiado de la iglesia de la Santísima Trinidad,
y Alonso. hermanos ambos del difunto, cuyos bienes ascendían a la importante
cantidad de veinticuatro mil setecientos setenta y cuatro maravedíes,
heredándolos estos, ya que la mujer de Juan de Soto, María Hierro, había
fallecido unos cuantos años antes en la propia Atienza, siendo enterrada en la
iglesia de San Juan.
Atienza, de donde salieron buen número de hidalgos camino de América |
Ese mismo año de
1626 otro atencino, Marco Antonio de Salcedo, marchó a las Indias. De profesión
escribano, e hijo de Cristóbal de Salcedo e Isabel Meléndez, marcharía a Nueva
España junto con su mujer Jerónima Galíndez, natural de San Esteban de Gormaz.
El nombre de Marco Antonio de Salcedo, como escribano público, o lo que hoy
conoceríamos como Notario, se encuentra en multitud de documentos de la época.
Salcedo se asentó en Nueva España,
instalándose en Coyoacán, donde ejerció el oficio hasta su muerte.
A nuestro paisano
Francisco del Rivero, hijo de Juan Gutiérrez del Rivero y de Luisa de Riveros,
se le autorizó viajar a Nueva España con un criado que ajustó en Sevilla, de
nombre Juan de Aguilera, el 25 de junio de 1626. Los padres de Francisco del
Rivero ya se encontraban en México desde
años atrás. También como criado, en esta ocasión del arzobispo de Lima, el
riojano Antonio de Soloaga, partió hacia Perú nuestro Juan Palancares en 1713.
Juan Palancares contaba a la sazón con 28 años de edad, y de él sabemos que era mediano
de cuerpo y pecoso de cara.
De José de Elgueta,
gobernador del Estado de Concepción, en Chile, ya nos ocuparemos.
Sirvan estas líneas
para conocer un poco más lo que fue de los nuestros, al otro lado del mar.
Tomás Gismera
Velasco
Nueva Alcarria, 29 de septiembre 2017