viernes, 19 de octubre de 2018

OTOÑO DE FIESTA SERRANA. El Día de la Sierra llevará a los serranos hasta Tamajón

OTOÑO DE FIESTA SERRANA.
El Día de la Sierra llevará a los serranos hasta Tamajón


     Es cuando la Serranía se viste de otoño cuando, desde hace unos años, once para ser concretos, esta tierra se viste de fiesta. Se llena de un aire dulzón que ventea a dulzaina; se saca del arca el palabrerío de antaño y, atraídos por ese ambiente como de fiesta patronal, nos echamos a la calle, a celebrar que aquí estamos, en esta tierra que nos vio nacer, crecer y, ahora, en tiempos en los que se va quedando cada día más sola, y nos mira con recelo cuando, llegado que es el otoño, tras los días cálidos de verano pasados a la sombra de la parra, nos volvemos a invernar a la capital que nos sirvió la sopa cuando por aquellos años de la dura emigración, más de cuatro nos vimos poco menos que obligados a salir de las calles del pueblo para buscarnos la vida; y ahora no sabemos si somos de aquí o de allá. Aunque nos seguimos sintiendo hijos de esta tierra y celebramos sus fastos.

   Es la fiesta de la Asociación Serranía de Guadalajara, que nació para recordarnos que a pesar del silencio invernal nuestros pueblos se mantienen vivos, aunque sea por un día de memoria, en el mes de octubre. Un día que corre de norte a sur y de este a oeste, por el espinazo pinariego de nuestros montes y se detiene allá donde toca, que este año es Tamajón; como el anterior fue La Toba y el otro Campillo; y antes Arbancón; Hiendelaencina, Jadraque, Galve, Zarzuela…, y así, hasta diez.

Tamajón será este año la población que acoja el XI Día de la Sierra


   Tamajón, que es la Tamalla de los tiempos inmortales; los históricos que tanto agrada al turisteo recordar. Tamajón, que es la cabeza de una tierra que, de un tiempo acá, se ha convertido en enseña provincial, y castellana, para sacar al mundo un país que casi es de cuentos de hadas. El País de los Pueblos Negros, que se podía llamar; de todos aquellos que se han echado la pizarra, que es lo que tenemos, al hombro de sus casonas.

   Antes, hace más de diez, o doce o veinte años, estos eran pueblos pobres, casi míseros, a los que se miraba por encima del hombro. Tan pobres que sus vecinos tenían que salir de ellos a buscarse la vida. Algunos terminaron muriendo en el intento. Otros triunfaron y regresaron para mostrar y compartir sus riquezas, como Juan de Dios Blas, que tornó a Almiruete para reconstruir la ermita de la Soledad; o como Moisés Velasco, que salió de Majaelrayo con 14 años y no volvió hasta que tuvo coche propio, a la tercera va la vencida. A la tercera porque en las dos ocasiones anteriores el coche se le quedó parado por el Paso de la Peña Blanca. Ambos, Juan de Dios y Moisés triunfaron en la capital del reino; el primero en el bazar de la Latina y el segundo como taxista y mecánico de éxito en el barrio de Chamberí. Y a ambos los reconoció su pueblo. La gesta de Moisés, que tuvo lugar el 28 de julio de 1927 quedó para la posteridad en las actas del municipio; la de Juan de Dios, a través de la placa que todavía hoy, más de cien años después de lo suyo, memora lo que hizo.




HIENDELAENCINA. CRÓNICAS PARA UNA HISTORIA... DE PLATA. EL LIBRO, PULSANDO AQUÍ


   Eran tiempos, aquellos de las primeras emigraciones que comenzaron a dejar a los pueblos sin mocentud, a medio camino entre los años finales del siglo XIX y los primeros del XX. Cuando los carteros, entonces eran peatones porque iban caminando, podían quedarse pasmados de frío por tierras de Valverde, o de Cantalojas. Famoso es el suceso que llevó a la muerte al cartero de Valverde, Tomás Cuevas, en las navidades de 1958; no fue el único que por aquellos tiempos murió de pasmo, congelado en mitad de la nieve. Hasta un pobre molinero de Galve, el tió Lucas, por aquellos tiempos en los que la nieve asomaba cuando lo mandaba el refrán, se quedó congelado en su molino una fría noche navideña de 1891, año que debió de ser de muchos bienes ya que estas sierras estuvieron incomunicadas a causa de la nieve por espacio de casi tres meses, uno tras otro; sin correo ni provisiones, ni apenas entierros; que por entonces, cuando la nieve no lo permitía, había que dejar al muerto a la espera de que mejorase el tiempo. Y a los peatones, o carteros, los tenían que acompañar dos espoliques en las excepcionales ocasiones de la nevada, por si acaso.


Las muestras de artesanía volverán a ser eje de la celebración

   Esta era entonces una tierra pobre, por la que no pasaban los coches porque no había carretera. El que con mayor glamour rodó por estos cerros, tras el de Moisés Velasco que se detuvo en Majaelrayo, fue uno de aquellos todoterrenos a prueba de todo, que llevó al señor Gobernador civil de la provincia, don Juan Manuel Pardo Gayoso, y compañía, a visitar lo más recóndito de las faldas del Ocejón y el Alto Rey un último día de septiembre de hace ahora, justamente, sesenta años. Pueblos por los que, a su paso, se iba haciendo fiesta y, como en las películas en blanco y negro que nos reflejan aquellos años de nuestra pasada infancia, para los que andamos por el sexto decenio, a la entrada del pueblo se tendía un cartelón con lo de “Bienvenido sea el Señor Gobernador y la compaña”. Salieron los danzantes, donde los hubo, a recibirlo y, tras las promesas de prosperidad futura, el Land Rover con todo el acompañamiento se perdía entre la polvareda de la pista caminera en busca de la  siguiente aldea. El vuelo del Land Rover, podía haberse titulado la crónica, ya que salió de Guadalajara a las ocho de la mañana y, tras recorrer por espacio de catorce horas los pueblos de Umbralejo, Valverde, La Huerce, Galve, Cantalojas, Villacadima y Campisábalos, a las siete de la tarde hacía su solemne entrada en la hidalga villa de Atienza aclamado por las fuerzas vivas de la población.

   Eran tiempos en lo que la inmensa mayoría de quienes salían del pueblo se iban a servir, ellas; o a emplearse en una cafetería o casa de comidas, ellos. Trabajos para los que no hacía falta tener mucha aritmética ni mucha gramática. Bastaba con saber, o con tener ganas de salir adelante. Muchos serranos lo hicieron, y se convirtieron en personajes populares de aquel Madrid que a todos recibía. Lo contaba, cuando la ocasión le era propicia, Francisco Morales, el de la Casa Paco de la plaza de Puerta Cerrada, que salió de Naharros un pie tras el otro a coger el tren en Espinosa porque desde allí a Madrid el billete le costaba menos y ya en Madrid, poco a poco, se hizo un hueco grande en ese mundo hoy tan difícil de la buena mesa. Como tantos otros de nuestros paisanos que triunfaron en el mundo del plato.

   Que hoy triunfar  lo puede hacer cualquiera. Basta con un ordenador o un teléfono móvil y una conexión al mundo. Entonces, hace veinte, o treinta, o cuarenta y más años, hacían falta muchas más cosas. Y no hablar en paleto, ni calar boina a la cabeza.

La dulzaina y el tambor animarán, una vez más, las danzas serranas.


   Y todos aquellos que marcharon, y marchamos, y regresaron, y volvemos, sin saber si somos de aquí o de allá, con el corazón partío, se nos inflama el alma con el ventear de la tierra y el sonido de la gaita, poniéndonos al Alto Rey, o  al Ocejón, por boina, que el mundo nos queda grande y la montera quedó desterrada por la boina, que no tiene nada de paletería, sino de castellano y elegante señorío.




HIENDELAENCINA. CRÓNICAS PARA UNA HISTORIA... DE PLATA. EL LIBRO, PULSANDO AQUÍ


   Mañana es fiesta en Tamajón. La fiesta de la Serranía. Y los coches, que ya tenemos hasta casi buenas carreteras y nuestros pueblos lucen imágenes de postal y cuento, las llenarán, y las gentes las calles de Tamajón. Es el Día de todos estos pueblos que, por mucho que no lo queramos, terminarán cerrando puertas y ventanas. Pero mañana es fiesta y sonarán la dulzaina y el tambor al viento del Ocejón; y danzarán las mozas y los mozos, como antaño; y se escuchará el palabreo serrano y todos cuantos nos sentimos de aquí y de allá nos hincharemos de orgullo para decir aquello de: ¡Viva la Sierra, viva! Y cuando pase mañana, ¡que nos quiten lo bailao! Que alguien nos puso encima el orgullo de sentirnos serranos, seamos de acá o de allá, y eso, Santa Rita, Rita, ya no se quita.

Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la Memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara, 19 de octubre de 2018