MEMORIA
DE DON ANTONIO DE SANCHA.
El
impresor más conocido del siglo XVIII, fue natural de Torija
A
Cádiz, a tomar los aires y recomponer el cuerpo, que lo tenía algo gastado por
los males y la edad, acudía don Antonio de Sancha y Viejo hace algo más de
doscientos años, el 30 de noviembre de 1790 cuando le comenzaron los ahogos.
Contaba con setenta años de edad que, para su tiempo, ya eran años.
No
sabemos qué tendrían los aires de Cádiz en aquellos tiempos a la hora de
devolver la salud, salvo que quizá su bien estuviera en la salinidad de las
aguas. Probablemente y de conocer que aquello sería su final don Antonio de
Sancha hubiese elegido otros aires y aguas más cercanas a Madrid, Guadalajara o
Torija, su localidad natal, que las tenía.
Sí, en Torija, a la sombra de su hidalgo castillo nació aquel hombre que
el tiempo se ha ido encargando de deslucir, o de arrinconar su memoria a nivel provincial,
al tiempo que ha crecido en lo nacional. Puesto que se le recuerda, en el mundo
del libro, como a uno de los más grandes impresores o editores que ha dado la
tierra patria. Acostumbrados como estamos a hablar de escritores famosos
olvidamos que en algunas ocasiones detrás del escritor se encuentran el editor
o el impresor, y si de impresores hay que hablar, en tiempos en los que la
imprenta no es ni mucho menos parecida a lo que hoy conocemos, los nombres que
con mayor simpatía se pronuncian son los de Joaquín de Ibarra y Antonio de
Sancha.
HISTORIA DE TORIJA (El libro, pulsando aquí)
En la actualidad, si no se quiere, no hay que recurrir a la mano de
hombres como en aquellos tiempos, pues todo lo hacen los ordenadores, desde la
maquetación y elección de la letra, a la impresión, sea manual o bajo demanda
con impresión láser, modalidad esta que crece día a día en beneficio del autor
de la obra y perjuicio, puesto que cuando uno gana otro pierde, del librero o
el editor. Cierto es que el autor obtiene en ello una mayor retribución
económica a su trabajo al atajar el camino entre su obra y el lector, último
eslabón de la cadena. El autor, que desde los tiempos de Maricastaña fue el
personaje más maltratado de la historia del libro; en lo económico se entiende.
Una fortuna hizo don Antonio de Sancha a cuenta de los muchos que
imprimió, después de aprender junto a quien sería su cuñado, en el taller que
aquel tenía en la calle de la Paz, frente al Correo. Antonio Sanz se llamó el
cuñado, y Gertrudis la mujer de nuestro hombre.
Contaba entonces don Antonio, cuando comenzó a abrirse camino en el
mundo del libro en torno a los treinta años de edad; pues no se ponen de
acuerdo los estudiosos de su obra, que los hay, en precisar el año exacto en
que nuestro hombre comenzó a labrar su futuro por propia cuenta. Siendo
conocido que nació en Torija el 11 de julio de 1720, como hijo de honrados
campesinos de mediana fortuna, así se define a sus padres, Fabián de Sancha y
María Viejo.
Conocido
es también que se trasladó a Madrid, con ánimo de labrarse un futuro mejor, a
la sana edad de 19 años, esto es, en 1739; entrando a trabajar en el taller de
quien más tarde se convertiría en su cuñado; donde conoció a quien sería su
futura mujer y madre de sus hijos, la anteriormente citada Gertrudis Sanz, con
quien contrajo matrimonio en la iglesia de la Santa Cruz el 3 de febrero de
1745 cuando aspiraba a dedicarse al comercio del libro, siendo algo así como un
intermediario entre el autor, el editor y el lector final; lo que hoy
conoceríamos, más o menos y para entendernos, como una especie de agente
literario.
El matrimonio con Gertrudis, natural de Cuéllar, abrió su posterior
carrera en solitario, tras conocer las técnicas de impresión más modernas de la
época, después de un viaje a París llevado a cabo diez años después, con el
sano fin de adquirir mayor perfección y
destreza en la encuadernación de libros en pasta, algo de lo que se cuenta
estaba entonces España en ínfimo grado. El
primer viaje lo llevó a cabo en 1755.
Regresó, digo, con la lección muy bien aprendida, pues debía de ser
entonces París el punto clave en aquello de la edición. Años después, en 1761,
volvería nuevamente a la ciudad del Sena junto a su hijo Gabriel, a la sazón de
14 años de edad y quien a la larga sería su heredero, para que Gabriel
aprendiese nuevas técnicas y regresara como alumno aventajado en un arte dominado
en aquel tiempo por alemanes, ingleses y franceses, 23 años después de la
partida.
La librería e imprenta de Sancha, convertida con el pasar de los días en
uno de los lugares más emblemáticos del Madrid de finales del siglo XVIII, fue
recorriendo algunas de las calles más emblemáticas del centro de la ciudad;
desde aquella calle o plazuela de la Paz, en donde laboró junto a su cuñado,
hasta asentarse en la Plazuela del Ángel, y más tarde en la de Barrionuevo
(actual calle de la Concepción Jerónima), de donde pasó a su definitivo
emplazamiento en lo que fue Aduana Vieja, en la plaza de la Leña, junto a la
calle de la Paz y a dos pasos de la plaza Mayor, la hoy conocida calle de la
Bolsa.
No llegó a tener imprenta propia hasta el año de 1770. Por lo que sus
obras se imprimían en la de Joaquín de Ibarra, quizá el más acreditado del
Madrid de entonces, y cuya fama alcanza a nuestros días. Imprenta que se
situaba en la actual calle de Nuñez de Arce (antigua de la Gorguera), al lado
de la plaza de Santa Ana, y frente a los balcones, casualidades del destino, de
lo que fue la sede de los guadalajareños en Madrid, la ya prácticamente
olvidada Casa de Guadalajara en la capital de España.
Las artes de su imprenta las adquirió de otro impresor Gabriel Ramírez,
cuando este dejó un oficio en el que estuvo trabajando por más de cincuenta
años. Con las antiguas máquinas de la imprenta de Ramírez, compuesta de siete
prensas, ya propia, imprimirá Sancha su primera obra, el tomo VI del Parnaso,
en 1772; a partir de ahí el trabajo irá en aumento, al igual que las obras,
convirtiéndose en seña de identidad para libreros y atores por la calidad de
sus trabajos, hasta llegar a definirse su taller como la más rica y floreciente casa de imprenta y librería del reino. Tres
o cuatro años después de iniciarse en el mundo de la imprenta, las siete
prensas que adquirió de Ramírez habían aumentado hasta las diez y seis.
Una casa que como nos recuerda una de sus mayores estudiosas, Matilde
López Serrano, llegó a ser punto de reunión de lo más granado de la cultura de
su época: Allí acudían casi diariamente,
en gran tertulia, el conde de Aranda, Campomanes, don Vicente de los Ríos,
Antonio Capmany, el calígrafo y paleógrafo Francisco Javier de Santiago
Palomares, el médico Bernardes, los bibliotecarios Francisco Cerdá, Juan
Antonio Pellicer y Miguel Casiri, el catedrático de griego de los Reales
Estudios de San Isidro, Casimiro Flores Canseco, el poeta y dramaturgo Vicente
García de la Huerta, Juan de Iriarte, Eugenio Llaguno, el Secretario Perpetuo
de la Real Academia de la Historia, José Miguel de Flores, Juan López de
Sedano, el abate Pedro Estala…
Reunió en su taller, y en sus obras, a los
mayores y mejores ilustradores de su tiempo, desde Mariano Maella a Luis Paret,
a quien los hijos de Sancha, a modo de homenaje, encargaron un retrato gracias
al cual conocemos su aspecto cuando rondaba los sesenta años de edad.
Con uno de aquellos ilustradores que trabajaron para Sancha, Juan Moreno
de Tejada, poeta además de grabador, emparentaría nuestro hombre al casar a su
hijo Gabriel con la hija de aquel, Manuela, en 1785.
Gabriel de Sancha, que fue quien a la larga se haría cargo de la
imprenta a la muerte de nuestro hombre aquel 30 de noviembre de 1790 cuando
marchaba camino de Cádiz en busca de reposo y encontró la muerte.
Se encontraba viuda ya de Gertrudis Sanz, y probablemente porque la
enfermedad le rondase, otorgó testamento el 30 de agosto de aquel año, dejando
a Gabriel como continuador de su labor; y a sus hermanos, Manuel Gregorio
(fallecido antes que su padre y a quien heredó su mujer, Francisca Cardín),
Antonio Evaristo y María Francisca, la parte correspondiente de sus bienes;
también mandó decirse, en la iglesia de la Santa Cruz, para después de su
muerte, 500 misas rezadas en alivio de su alma, pagadas a tres reales cada una,
según consta en el libro correspondiente (libro 15 de defunciones, folio 238),
de aquella iglesia, donde se hace constar que recibió sepultura en la ciudad en
la que le llegó la muerte, Cádiz.
Dejó impresos varios centenares de títulos, y si por algunos se le
recuerda es sin duda por los que firmase Miguel de Cervantes, desde su Quijote,
a las Novelas Ejemplares, rescatando aquellas obras del olvido de los tiempos,
entendiendo que, gracias a nuestro paisano, la obra del inmortal Cervantes se
mantuvo viva. Como viva se mantiene su memoria siendo, al día de hoy sus obras,
tesoro para los aficionados al arte del libro que, haberlos, haylos.
Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara, 30 de noviembre de 2018
TORIJA. Una historia de Torija y su castillo, a través de sus
textos
Al final de estrecho y largo valle, por cuyo fondo asciende suavemente
la carretera de Madrid a Zaragoza, sombreada por filas de altos olmos, aparece
tras un recodo, asentada en el borde de la meseta alcarreña, la antiquísima
villa de Torija, defendida al Norte por el foso natural de un barranco,
mientras a saliente y Mediodía se extiende la paramera, de amplias
perspectivas, cerrada a septentrión por la cordillera guadarrameña y sierra del
Alto Rey.
EL LIBRO DE TORIJA, PULSANDO AQUÍ
A
pesar de su pobreza, el caserío, construido con blanca piedra caliza, es de
aspecto grato por su vetusted y sobriedad; en el recuesto que mira al valle
umbroso, donde los ruiseñores cantan ocultos entre las ramas, dos o tres
torreones incompletos se sostienen como por milagro pregonando la solera del
viejo pueblecito; a la izquierda alza gallarda al cielo su blanca y clásica
silueta la cuadrada torre de la iglesia parroquial, mientras a la derecha
atraen al viajero las poéticas ruinas de un castillo de muros agujereados, de
desmochados cubos, y cuya torre del homenaje, hundida de alto a bajo, sin que
reste de su robusta fábrica más de una mitad, ostenta todavía la afiligranada
cornisa donde otrora alzaran al cielo las almenas su puntilla de piedra.
Tuvo Torija en los siglos medios no escasa
importancia estratégica, pues el estrecho y prolongado valle a cuya extremo
está emplazada constituye el acceso natural a la meseta dela primera Alcarria,
por donde discurría y sigue discurriendo el camino alto de Cómpluto a
Cesaraugusta; de tal suerte que si el valle del Henares se había interceptado,
solo podía pasarse a Aragón por Torija, a menos de dar un gran rodeo por el
valle del Tajuña. Desde este punto de vista su situación es admirable, pues
desde el borde de la meseta donde tiene su asiento, podía vigilarse y
defenderse la angostura del valle profundo y de laderas abruptas prácticamente
inaccesibles. Por tal motivo su posesión fue tenazmente ambicionada y defendida
no solo en los siglos inquietos y guerreros anteriores a los Reyes Católicos,
sino a principios del XIX, durante la invasión francesa, aunque ya entonces
carecían de valor, gracias al desarrollo de las armas de fuego y a la táctica
maniobrera de los ejércitos, las fortalezas casi inexpugnables en la Edad
Media.
Francisco Layna Serrano/
Descripción e historia del Castillo de Torija
EL LIBRO DE TORIJA, PULSANDO AQUÍ
Índice General
-I-
La
tierra, la geografía y el entorno
Pág. 11
La Alcarria de Torija; El Partido de Brihuega; Demografía de
Torija; Torija en los manuales: Los Diccionarios; El topónimo
-II-
Un
repaso por la historia
Pág. 27
-III-
Torija Siglo XIV
Los Infantes de Aragón
Pág. 35
Los Vizcondes de Torija. Torija del Marqués de Santillana
-IV-
El Passo Honrosso de Torija
Pág. 53
-V-
Torija
en el siglo XVII y el XVIII
Pág. 63
Torija y el Catastro de Ensenada
-VI-
Guerra
por una Independencia
Pág. 81
El 2 de mayo; Las Guerras Carlistas
-VII-
Torija en el siglo XIX
Pág. 97
Torija en los tiempos del cólera; Las fiestas del Carmen; Y las
del Amparo; Las ferias de Torija
-VIII-
En torno al castillo y su
reconstrucción
Pág. 115
-IX-
La
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
Pág. 139
-X-
El Impresor Antonio de Sancha
Pág. 151
Apéndices
Pág. 159
- ASIN
:
B09ZLGJL6X
- Editorial
:
Independently published
- Idioma
:
Español
- Tapa blanda
:
179 páginas
- ISBN-13
:
979-8820179181
- Peso del producto
:
331 g
- Dimensiones
:
15.24 x 1.14 x 22.86 cm
-
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