miércoles, 15 de mayo de 2019

AMELIA DE LA TORRE. La actriz


AMELIA DE LA TORRE. La actriz


   Su figura de dama de la nobleza, con su voz peculiar y un genio que se hacía destacar por encima de algunos más de los grandes actores del cine español, se dejó sentir en una de sus últimas películas; quizá la que más nos la podría recordar: “La vaquilla”.

   Se trataba de ella, de Amelia de la Torre de la Fuente. La Amelia de la Torre de las películas en blanco y negro de la España de la postguerra. La de las pantallas de la televisión que la presentaban en su “Estudio Uno”; la de los teatros. La que recibió aplausos, pasó por los escenarios de España y América sin hacer ruido y, en silencio, pasó a la historia de la cinematografía nacional.



   Tenemos que buscarla, de muy chiquilla, en la escuela pública de su pueblo, de Illana, recitando versos, allá cuando el siglo XX comenzaba a sacar la cabeza, en 1913, cuando  don Manuel Brocas, diputado por el distrito de Pastrana, acompañado de todas las autoridades del pueblo, y algunas otras de fuera de él, acudió el 26 de marzo de aquel año para inaugurar las escuelas públicas del municipio, y allí estaba ella, cuando:

   las preciosas niñas Gloria Rico y Amelia de la Torre, recitaron con encantadora simpatía unas composiciones poéticas…

   Tenía entonces, Amelia de la Torre, aquella encantadora niñita que saludaba al Sr. Brocas y al Sr. Gobernador, y a todas las autoridades, ocho años de edad, y era la primera vez que se ponía ante el público. Después lo haría en muchas ocasiones más. Pero aquella, en su pueblo, fue la primera.

   Doce años después debutaría, a lo grande, en Madrid, nada menos que en la compañía de Margarita Xirgu. Porque Amelia tuvo muy claro desde niña, que quería ser actriz. Y lo hizo con la obra de un premio Nobel, don Jacinto Benavente, en “Cuando los hijos de Eva no son los hijos de Adán”, y a continuación, con el teatro de otro de los grandes de la escena y la poesía española, Federico García Lorca y su “Doña Rosita la Soltera”.







   Eran los años dorados de los actores españoles, que triunfaban aquí y allá. Los años dorados de los finales de la década de 1920 y los comienzos de la de 1930, que trajeron aquel disloque entre los hijos de la madre tierra que se llamó Guerra Civil.

    En 1936, dos o tres meses antes del estallido de la Guerra, la compañía para  la que entonces trabajaba, la de Josefina Díaz de Artigas, se embarcó hacía Argentina para interpretar entre otras piezas “Bodas de Sangre”; y allá, en Buenos Aires, se tuvo que quedar durante algún tiempo. Mucho tiempo, pues no regresó a España hasta la década de 1950. Representar obras de algunos autores, entonces llamados malditos, tenía aquellas cosas. Mientras allá se hacía grande interpretando obras de Rafael Alberti o de Alejandro Casona.

  
   En Buenos Aires se casó con el actor Enrique Diosdado que aportaba como hija a la futura actriz Ana Diosdado, fruto de otra relación; otra grande de nuestros escenarios que en ese momento contaba con pocos años de edad. De su matrimonio con el gran actor le nacería otro hijo, Enrique, como el padre.

   A su vuelta no le faltó trabajo. Porque era de esas actrices que llevan el escenario en la sangre.

   Se incorporó a su vuelta a España en la compañía de María Guerrero y trabajó habitualmente al lado de su marido, hasta la enfermedad y muerte de este.

   Debutó en el cine en 1938, en Argentina, con Bodas de Sangre. Y a pesar de que fue fundamentalmente actriz de teatro volvió a los platós para grabar algunas otras películas, ya en España, entre ellas: El Tren Expreso (1955); Plácido (1961); La Celestina (1969); La Miel (1979); y, finalmente, La Vaquilla (1984).

   Fue habitual en los escenarios teatrales de televisión, para los que interpretó, entre otras obras, Eloísa está debajo de un almendro; La Malquerida; Ocho Mujeres, o La Pechuga de la Sardina.

   Igualmente intervino en algunas series de televisión, de las que destacan “El Señor Villanueva y su gente”; “Anillos de Oro” y “Segunda Enseñanza”.



   Su vida transcurrió, desde entonces, con un pie sobre los escenarios del teatro y el otro en los platós de cine. Entre la casa y la familia, ganándose, por su particular forma de ser, la simpatía de los españoles, que la vieron, a partir de la década de 1960, como la madre de muchos de quienes descubrían el cine, la televisión o el teatro, por primera vez; como la abuela después.

   Vivió sin hacer ruido. Y sin hacer ruido se marchó, en Madrid,  el 13 de julio de 1987. Atrás quedaba una gran carrera teatral; pocas mujeres habían interpretado a tantos y grandes autores: Benavente, Lorca, Alberti, Casona, Pemán, Jardiel Poncela, Lope de Vega, Tennessee Williams, Gala, Chejov, Calvo Sotelo,  Ruiz Iriarte, Bertolt Brecht…

   Más de dos docenas de otras de teatro componía su repertorio; en más de dos docenas de películas dejó su sonrisa, y se llevó todos los premios que entonces se podía llevar un actor: Nacional de Interpretación, Larra, Latino…


   Amelia de la Torre de la Fuente, conocida como Amelia de la Torre, actriz, nació en Illana (Guadalajara) 12 de junio de 1905; murió en Madrid, el 13 de junio de 1987.

Tomás Gismera Velasco
Henaresaldía.com