JADRAQUE,
MIRALRÍO Y LAS DISPUTADAS TIERRAS DE SALAICES.
Jadraque
y Miralrío pleitearon durante cien años, por la posesión del despoblado
El 27 de mayo de 1903 fue día de fiesta en Jadraque. Uno de esos que
quedan para la historia de los pueblos y los hombres que los forjan. También
quedó marcado para la historia de Miralrío, Carrascosa de Henares, Membrillera
y Casas de San Galindo. Fue el día de la toma de posesión, por parte de las
autoridades jadraqueñas, de las tierras de Salaices.
Salaices, que fue uno de esos pueblos de los que la leyenda cuenta que
desaparecieron sus habitantes a causa de la maldad del desconocido que envenenó
las aguas, o de la mala cocinera que guisoteó en el caldero de cobre un día de
boda y acabó con todos los vecinos. Dos de las leyendas más extendidas por
nuestras tierras a la hora de contar el cómo de que un pueblo se quedó sin
gente. Hoy sería más fácil de explicar. Probablemente los últimos vecinos
contarían, a través de las redes sociales, cómo el pueblo se quedando sólo
cuando se cierra primero la escuela, luego la farmacia, después la taberna…
A
estas alturas del siglo XXI del pueblo de Salaices, que nunca debió de ser gran
cosa, no queda ni el sitio. Se encontraba a medio camino entre los cinco
pueblos que desde los años finales del siglo XVIII entablaron la batalla, sin
sangre ni armas de por medio, por la posesión de sus tierras, alegando cada
cual los derechos correspondientes; derechos
que solían basarse en la cercanía o en que su último vecino se asentó en
el pueblo que reclamaba con mayor derecho la titularidad de unas tierras que
quedaban sin amo al que rendir beneficios. Tierras apetecibles en la vega del
Henares, al lado del tejar de Miralrío.
Había por aquí, en aquellos tiempos, unos cuantos pueblos que se quedaron a la mano de
Dios, como el los Condemios, vecino de Salaices y separado de Membrillera por
el cerro de la Trampa. Con los Condemios no hubo lío, pues constaba el
testimonio de la cesión del despoblado en el remoto año de 1460 por don Alfonso
Carrillo, y la confirmación, veinte años después, del Cardenal Mendoza; pero a
Saelices los cinco vecinos lo pretendieron, y Miralrío con mayor motivo, puesto
que más lindes tenía con este que con los demás. Claro está que Membrillera no
quedaba atrás aduciendo que sus últimos vecinos se aposentaron allí.
La batalla judicial por aquellos derechos se inició mediado el siglo
XIX, después de que los distintos municipios decidiesen actuar por su cuenta; y
de que los distintos ayuntamientos se liasen la manta a la cabeza y se pusieran
a discutir, Miralrío con Casas de San Galindo, estos con Jadraque, Jadraque con
Membrillera, Membrillera con Carrascosa…, en una especie de rueda que giró por
los tribunales de justicia provinciales desde que en 1829 Jadraque ya se
hiciese figurar como titular del despoblado en catastros y diccionarios,
titulándose como “Jadraque y su
despoblado de Salaices”. Algo que, si los otros comenzaron a aceptar, nunca
lo hicieron los de Miralrío, que lo reclamaron e incorporaron a su villa en
1857.
Tras los primeros escarceos judiciales, que dieron la razón a Jadraque,
en contra del resto de las poblaciones, y como Miralrío insistiese en su mayor derecho, tras posesionarse Jadraque de
aquel término sus autoridades hubieron de acudir, ante la falta del acatamiento
judicial de los vecinos, a la autoridad competente de la provincia, la
Diputación provincial y su Gobierno civil, que en sesión de 7 de diciembre de
1877 abrieron expediente para, al margen de la justicia, dictaminar en consecuencia.
Una consecuencia que se fue alargando, cuando no por cuestiones electorales,
por diplomáticas, pues si algo bueno tuvieron las autoridades políticas, desde
que el mundo es mundo fue eso de dar buenas palabras a quien les pidió consejo.
La discusión se prolongó veinte años más.
En Palacio firmó la reina doña María Cristina, en nombre de su Augusto
hijo don Alfonso XIII, visado por el presidente del Consejo, don Práxedes Mateo
Sagasta, a 2 de marzo de 1888, el mejor derecho de Jadraque a Salaices, en
contra de Miralrío, único pueblo que continuaba con el litigio. Y el lío ahora
continuó en los juzgados de Brihuega, y mientras dictaminaba, Miralrío continuó
tomando como propias las tierras de Salaices y celebrando la romería a la
ermita de Nuestra Señora de la Caridad, cada 8 de septiembre, en el Salaices
dichoso. Hasta que llegó el fallo del Tribunal Contencioso Administrativo que
con sesenta y siete resultandos y veinticuatro considerandos, dio la razón a
Jadraque en el mes de julio de 1901. Y todavía se tuvo que esperar a las
últimas apelaciones, y que la sentencia fuese firme.
Por eso no es de extrañar la fiesta que se organizó aquel 27 de mayo de
1903 cuando las autoridades todas de Jadraque, precedidos de banda de música,
salieron del Ayuntamiento en dirección al lugar en el que Salaices se
encontraba.
Hasta Jadraque, en tren, llegaron los representantes de la Diputación
Provincial y del Gobierno civil; y hasta el lugar llegaron las comisiones
municipales de Membrillera, Carrascosa de Henares y Casas de San Galindo.
El notario de la ilustre villa de Jadraque, don José María Poveda y
Juan, levantó el acta correspondiente, tomando posesión de aquellas tierras en
nombre del municipio de Jadraque don Manuel Rodrigálvarez Illana, todo una institución
en la villa del conde del Cid, haciéndolo como Regidor Síndico –Teniente de
Alcalde-, ya que don León Carretero, el Alcalde, no pudo asistir al acto por
motivos de salud.
Acto
al que asistieron igualmente los comandantes de puesto de la Guardia civil de
los pueblos del entorno, a los que les fue notificado que, desde ese día, la
propiedad pertenecía al pueblo de Jadraque; y los jueces municipales y guardas
de monte y campo, los que deberían de tomar buna nota de que, en adelante,
cualquier acción o derecho había de sustanciarse en los juzgados de la villa
castillera.
Acto seguido, y para todos los presentes, que entre representados y
comisionados se aproximaban al centenar, y en aquellos terrenos, cuentan las
crónicas que el municipio de Jadraque invitó a una opípara comida. Reinando en el acto la mayor cordialidad entre
las comisiones de todos los pueblos, sacándose fotografías del paisaje, y de todos
los representantes de las comisiones, ya que hasta el lugar fue llamado, para
inmortalizar la jornada, el fotógrafo de Madrid, D. Ricardo Mínguez.
Al término, como está mandado, se brindó con espumosos y por la
prosperidad de los pueblos concurrentes, firmándose entre ellos un acuerdo para
defensa de sus justos intereses.
El vecindario de Jadraque recibió a los comisionados, al regreso del
acto, con repique de campanas y lanzamiento de cohetes, y la banda de música
acompañó a la comisión municipal desde la entrada al municipio, hasta el
Ayuntamiento; y hubo baile en la plaza Mayor.
Sería curioso encontrar aquellas imágenes que plasmaron el acto, y que
han de ser parte de la historia de aquellos pueblos que batallaron, en los
papeles, por la posesión de un pueblo. Y que han de ser memoria de un tiempo
histórico.
Bueno, a los actos faltó una representación. Al municipio de Miralrío no
le quedó otra que la de aceptar las decisiones judiciales, pero como no las
compartió, no acudió. Todavía conserva, en el centro del municipio, la calle
que recuerda que, muy cerca de allí, hubo un pueblo llamado Salaices.
Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la Memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara, 24 de mayo de 2019