JORGE MOYA DE LA
TORRE.
El poeta olvidado
Que nació para la poesía y la escritura en
Guadalajara, aunque viese la luz del mundo en otro lugar, en Húmera, en la
provincia de Madrid, el 22 de abril de 1883.
A pesar de ello a la provincia llegó con
apenas 12 años de edad, y de la provincia salió cuarenta años después de su
llegada. Por aquí cantó, escribió, creció, correó, se enamoró, casó, y llegó a
convertirse en protagonista de la vida cultural, y política de la capital y
parte de la provincia.
A Guadalajara, provincia, llegó junto a su
madre, cuando ella, doña Isabel Muñoz Caravaca, quedó viuda, buscó empleó de
maestra y se lo dieron en la villa castillera de Atienza. Allí, madre e hijo,
nacieron para la literatura, la poesía y la protesta social.
Jorge Moya, el hijo, continúo los estudios
de maestro en la Guadalajara capitalina, mientras daba a conocer sus primeros
escritos a través de la Atienza en donde comenzó a hacerse un gran hueco en la
escasa vida cultural que la villa tenía. Su pluma, en los últimos años del
siglo XIX y los comienzos del XX se traza a través de la revista Atienza
Ilustrada, la Alcarria Ilustrada, el Briocense y, por supuesto, el semanario
por excelencia de aquel tiempo, Flores y Abejas, para el que escribe algún que
otro artículo y, como corresponsal de la comarca, va dando cuenta de lo que por
la comarca sucede.
En Atienza vivió hasta 1910, y en Atienza se
casó con Tomasa Garcés, hermana de uno de los entonces médicos de la villa,
Santiago Benito Garcés; y junto a su mujer inició nuevo vida en Guadalajara,
tras obtener empleo en la capital, aunque no de maestro, pues a pesar de haber
concluido los estudios de magisterio nunca ejerció, ya que tras obtener una
plaza de auxiliar de secretaría en la Junta Provincial de Instrucción Pública,
se dedicó a ella.
Eran tiempos de cambios sociales de los que
Jorge Moya no quiso escapar. Si su padre fue un convencido socialista y la
madre una luchadora social, el hijo no podía ser menos, por ello, mientras
escribía poesía, comparable a la misma poesía castellana que por entonces
popularizaba a Antonio Machado, Jorge Moya pasó a formar parte del Comité
provincial del Partido Republicano Federal, y se aproximó al Partido Socialista
Obrero Español a partir de sus frecuentes colaboraciones periodísticas con la
prensa obrera y progresista de la ciudad de Guadalajara. Y si anteriormente
escribía en Flores y Abejas, tras su arribo a Guadalajara y su integración en
la vida política, aunque fuese en la sombra, comenzó a colaborar con otros
medios, entre ellos La Alcarria Obrera
y Juventud Obrera, portavoces de la
Federación Local de Sociedades Obreras, y Avante,
órgano de comunicación del PSOE de Guadalajara, aunque también se publicaron
artículos con su firma en otras cabeceras provinciales como La Orientación y El Liberal Arriacense. Y poco a poco su firma se fue extendiendo a
través de la prensa socialista por los cuatro puntos cardinales de España.
Haciéndola popular, sobre todo, por sus rimas, directas y que, al modo de un
ligero resumen de la vida diaria, o de un editorial, glosaba en verso la
situación del momento.
Todos se van apagando,
y a lo lejos,
detrás de todas las sombras,
se van yendo.
Moya tuvo un papel protagonista en
Guadalajara cuando en el mes de abril de 1917 la ciudad homenajeó al doctor
Benito Hernando y le puso calle junto al Arcipreste de Hita, a quien, poco
menos, había dado a conocer nuestro protagonista. Sus palabras fueron, según
las crónicas, de las más aplaudidas al glosar la vida y obra del que definió
como “patriarca de las letras”.
Y mientras ejercía su oficio en Guadalajara,
también hacía sus pinitos en el teatro, llegando a estrenar en el madrileño
teatro Español la única obra que vería la luz. Las críticas no fueron buenas y
tras las primeras funciones, después de retirarse la obra, dejó el teatro para
mejor ocasión.
A pesar de que la obra: “La razón del mal
amor”, estaba protagonizada por algunos de los actores y actrices que entonces
aseguraban el éxito, entre ellos Ricardo Calvo y Carmen Moragas, de quien no se
ocultaban sus flirteos con el rey Alfonso XIII. El 28 de febrero de 1920 se
estrenó la obra.
También había dado a la
imprenta algunos de sus trabajos, sobre todo manuales de enseñanza, al igual
que hacían los maestros de su tiempo, entre ellos “Contestaciones
para las oposiciones de Secretario de Ayuntamientos: primer ejercicio”, y “Breves lecciones de escritura al dictado con ejercicios prácticos
y de composición”.
Y en 1932 daría a conocer su primer y único
libro de poemas: “Cármina”, en el que
reunía muchas de las composiciones vertidas en la prensa, que ya se
contabilizaban por cientos.
Ya escribía, a diario, en el periódico El Socialista, para el que dejaba,
prácticamente a diario, sus conocidos “Trinos”,
alguno de los cuales formaba parte de sus premoniciones:
Entre la tierra y el cielo
glacial,
abre las alas el genio propicio
del mal,
en la hora fatal
en que acechan el mundo dormido
el Silencio, el Temor, el Olvido…
Al proclamarse la II República Española, el
Director General de Primera Enseñanza, Rodolfo Llopis, por indicaciones del
entonces Alcalde de Guadalajara, Marcelino Martín y de uno de los docentes más
prestigiosos de la provincia, Modesto Bargalló, fue nombrado secretario particular
del Director General, pasando a residir a Madrid. Corria el año de 1931.
A partir de aquí su vida, como la de su
mujer e hija, pasaría por la capital de España, donde no tuvo mucho tiempo para
darse a conocer en los ámbitos culturales, la enfermedad llegó y a pesar de que
continuaba escribiendo, las salidas de su casa, un chalecito junto al parque
del Retiro, se fueron espaciando, aunque no faltasen, a diario, sus Trinos poéticos.
El 16 de julio de 1933 escribió el último,
con un nombre provincial: Un brindis por Torija:
Valle de Torija,
con
sus altos chopos
y
sus ruinas graves
y su
claro arroyo…
Torija
con sus callejas
tuertas,
amables y oscuras,
escenario
de aventuras
que
no han ocurrido nunca….
La tarde del 23 de agosto de 1933, una
bronconeumonía se lo llevó para siempre. A día siguiente su cuerpo recibió
sepultura en el cementerio civil de la Almudena, y su nombre pasó al olvido. A
pesar de que su poesía, siempre viva, continúa sobrevolando el horizonte
provincial. Los cuatro horizontes de la provincia, tienen su canto:
Junto
al camino, el arroyo,
y ante el arroyo, la venta
con su vino y con sus coplas,
sus pícaros y sus recuas…
trotó la yegua, el jinete,
la abandonó a la querencia…
Jorge
Moya de la Torre Muñoz-Caravaca, escritor, poeta, dramaturgo y funcionario,
nació en Húmera (Madrid), el 22 de abril de 1883; murió en Madrid el 23 de
agosto de 1933; pasó la mayor parte de su vida entre Atienza, a donde llegó en
1895, y Guadalajara, de donde salió en 1931.
Tomás
Gismera Velasco
Gentes
de Guadalajara
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