LA SERRANÍA DE GUADALAJARA, Y SUS CRONISTAS.
Dionisio
Rodríguez Chicharro, de Miedes, fue uno de los autores más prolíficos de la
provincia.
Uno de
los personajes más llamativos que ha dejado la historia de Miedes a lo largo del
siglo XIX es quizá quien fuese uno de sus secretarios municipales, Dionisio
Rodríguez Chicharro.
Dotado para la ciencia y el estudio, dedicó
una gran parte de su vida a ir recopilando datos sobre las poblaciones de la
provincia de Guadalajara, más sobre las que en algún momento de tuvieron algo
que ver con el Común de Villa y Tierra de Atienza, centrándose en los últimos
momentos con aquellas otras que desde el Común de Atienza fueron a pasar a los
señoríos de los Mendoza.
Nació en Miedes a comienzos del siglo XIX,
desconocemos todos los aspectos referidos a su infancia, si bien podemos
situarla en ese entorno, donde su padre ejerció cargos públicos en algunos
Ayuntamientos de la zona, Hijes, Ujados, Campisábalos, Miedes, Bañuelos, etc.
A mediados de siglo era secretario del
Ayuntamiento de Miedes, cargo que desempeñó durante cerca de treinta años, con
ligeras interrupciones, en las que ejerció el mismo cargo en poblaciones como
Torija. E igualmente, hacía la década de 1840-1850 aparece en alguna documentación
municipal de la villa de Atienza. Coincidió su estancia en esas tres
poblaciones principales, Atienza, Miedes y Torija, con el interés demostrado
por algunos investigadores, en resaltar la historia de nuestras poblaciones,
principalmente con destino a los Diccionarios y Enciclopedias que comenzaron a
editarse desde los años finales del siglo XVIII,
Poco era lo que hasta entonces se había
investigado sobre la villa de Atienza, o escrito, en cuanto a su pasado
histórico, referenciándose hasta ese momento una obra, la “Historia de la Villa de Atienza”, escrita por Francisco de Soto y
Vergara en 1685. Dionisio Rodríguez Chicharro, con los estudios anteriores,
compondrá, a mediados del siglo XIX otra interesante y completa “Relación
Historial de la Villa de Atienza”, al parecer concienzudamente trabajada.
La “historia
de Atienza” de Rodríguez Chicharro, formaba parte del complemento a su “Historia de Miedes”, incluyendo los
escudos de armas que entonces podían verse en las fachadas de algunas nobles
casonas atencinas; un completo mapa callejero de Atienza, trabajos históricos
sobre la villa, sus personajes, e incluso una completa crónica de la Atienza de
la primera mitad del siglo XIX.
El interés de quien fuese cronista
provincial, Juan Catalina García López, por llevar a la imprenta y conocimiento
general alguna de sus obras le llevó a ponerse en contacto con el Ayuntamiento
de Miedes hacía 1870, en solicitud de datos. Recibiendo una completa
información histórica de parte de Rodríguez Chicharro, quien le ofreció la
posibilidad de conocer su obra. Lo que se llevó a cabo con motivo de la
Exposición Provincial de Guadalajara llevada a cabo en 1876.
En aquella, celebrada en el Palacio del
Infantado de Guadalajara a lo largo de varias jornadas entre los meses de
octubre y noviembre, se expuso todo lo mejor, en cuanto a industria,
agricultura, ganadería, mineralogía, etc., de la provincia, juntamente con la
obra de escritores o pintores. La participación de Juan Catalina animó a que
Dionisio Rodríguez Chicharro diese a conocer su gran obra sobre la provincia en
general y la Serranía de Atienza en particular, que fue resumida en apenas unas
líneas, cuando a Rodríguez Chicharro, por su meritísimos trabajos, se le premió
con una de las medallas de la exposición:
“La afición de D.
Dionisio Rodríguez Chicharro, Secretario del Ayuntamiento de Miedes, a
registrar los hechos notables de las poblaciones, acreditada en sus Historias y
Memorias, le han hecho acreedor a una medalla.
Son aquellas
una breve “Historia de Miedes”, aumentada con una “Relación Historial de
la Villa de Atienza”, las armas y plano de esta, varios trabajos históricos
sobre la misma, “Noticias de la villa de Hijes”, “Notas acerca de la ejecutoria
de nobleza de los Álvarez”, “Culto en Torija a Nuestra Señora de Sopetrán”,
árbol de parentesco del autor, copia de un “Memorial a favor del Conde de
Aguilar”, y resumen de la riqueza imponible de la provincia de Guadalajara en
1852”.
Aparte de estos trabajos, Dionisio Rodríguez
Chicharro había compuesto una “Memoria de Hiendelaencina”, que subtituló como
“ligero manuscrito en que se da cuenta del estado anterior y presente de la
población”, escrito en 1865; y otro manuscrito al que dio el título de “Sobre
las armas y blasones con que se ilustran y conocen algunas ciudades y villas de
esta provincia, para sustentar sus glorias, progresos y memoria”. Dicho
manuscrito compendiaba la historia de Guadalajara, Molina, Sigüenza, Brihuega,
Cogolludo, Horche y Cifuentes.
La reseña de la concesión de la medalla continuaba
diciendo: “El autor ha ido apuntando
lo que creía propio para ser apuntado y ha trascrito lo que constaba en
diferentes publicaciones, y le ha parecido pertinente a su objeto. Es una
reunión de datos más o menos curiosos que en su día podrán aprovecharse y cuya
curiosidad justo es que se recompense para que continúe su tarea.”.
Ninguna de aquellas obras se imprimió para
conocimiento general, y tan solo conocemos que una de ellas “Armas y blasones con que se ilustran y
conocen algunas ciudades y villas de esta provincia para sustentar sus glorias,
progresos y memoria”, fue preparada para ser impresa a partir de 1877. Lo
que tampoco se llevó a efecto.
Probablemente, la muerte de Dionisio
Rodríguez Chicharro, en Miedes, al final de aquella década o comienzos de la
siguiente, nos privó de conocer la amplitud de sus trabajos.
Quizá parte de culpa en que aquellas obras
no viesen la luz debió de estar en la alcaldía del municipio, ya que la
relación última entre Ayuntamiento y Secretario estuvo plagada de incidentes. A
la jubilación de Rodríguez Chicharro, en los primeros meses de 1874, el
Ayuntamiento le dejó a deber algunas cantidades de años atrasados que don
Dionisio se encargó de reclamar y los sucesivos alcaldes de no atender a la
reclamación. Recurriendo el Sr. Rodríguez Chicharro a la Diputación Provincial,
la cual, en pleno, acordó dar un plazo de ocho días al Ayuntamiento para que se
pusiese al día en aquello de las deudas atrasadas, al tiempo que acordaba que se amoneste a dicho ayuntamiento para que en
lo sucesivo procure tener cubiertas con la debida regularidad sus atenciones, y
evite el que se produzcan reclamaciones de esta naturaleza.
Algo que el Ayuntamiento, presidido entonces
por don Higinio de Águeda, no cumplió, siendo nuevamente requerido en el mes de
julio a fin de que se cumpliesen los acuerdos, dando la Diputación, en este
caso, tres días para el cumplimiento, además se le impondrá el máximum de la muta que autoriza la ley.
La Secretaría había sido ya adjudicada en
concurso a don Mariano Vesperinas, con una dotación económica de 500 pesetas
anuales y quien, tal vez alentado por el Rodríguez Chicharro, o viendo el mal
cariz que tomaban los asuntos municipales en cuanto a los pagos, decidió
dimitir de su cargo pocos meses después, mientras el pleito entre nuestro
hombre y su municipio se mantenía vivo a través del tiempo, de forma que desde
la Diputación provincial se instó a ambas partes a someterse al dictamen de la
primera institución de la provincia, ya que mientras el Ayuntamiento afirmaba
haber cumplido todos sus pagos, no mantenía lo mismo quien fuese secretario.
Ambas partes se reunieron en Diputación el
15 de marzo de 1876, sin que hubiese acuerdo. Haciendo que, como se tardase en
solventar, y a modo de cobrarse lo que se le debía, Rodríguez Chicharro dejó de
pagar los impuestos municipales, por lo que, en el mes de agosto de 1878, le
fueron embargados parte de sus bienes.
Desconocemos el final del pleito. Lo cierto
es que, una vez se materializó el embargo, Rodríguez Chicharro dejó en suspenso
toda su obra. Probablemente perdida en aquel farragoso pleito en el que llegó a
intervenir incluso el ministerio de la Gobernación, a través de Real orden
firmada por su ministro, Romero Robledo, con fecha 8 de marzo de 1877, dirigida
al Gobernador de Guadalajara para que este ordenase el cumplimiento de los
acuerdos al Ayuntamiento de Miedes y cumpliese con Dionisio Rodríguez, anulando
los acuerdos de la Diputación.
Y
de aquella manera perdió la provincia, y la Serranía, a uno de sus sin duda
mejores y más prolíficos autores; que no han sido muchos los que por esta
tierra dejaron sus crónicas para que los de nuestros tiempos conociésemos la
vida de un siglo en el que, tal vez, escribir resultaba mucho más sencillo que
tener una buena relación con el alcalde de turno.
Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la Memoria
Periódico nueva Alcarria
Guadalajara, 23 de agosto de 2019